En la tarde del jueves 3 de febrero, oficiales de la División de Homicidios de la Policía Cordobesa rompieron las puertas de una casa del barrio Güemes, en la zona sur de la capital provincial. Las cuatro mujeres que aguardaban sentadas en una sala debieron sentir cómo las recorría el vértigo del miedo, aunque ninguna de ellas debe haber pasado la misma zozobra que la mujer de 37 años que, en el cuarto de al lado, en ese momento se sometía a un aborto: los oficiales entraron también en esa habitación. “Le estaban practicando el aborto a una paciente sobre una camilla en condiciones de total insalubridad”, declaró el subcomisario mayor Aldo Villarreal a una agencia de noticias horas después, cuando Sara Jacobo, la mujer de 62 años que se arrogaba el título de médica (aunque no lo fuera) para generar mayor confianza entre quienes veían en ella la única solución, ya había desaparecido “elementos de prueba” en una pileta y un inodoro.
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